La poesía me ha permitido vivir con dignidad

miércoles, 7 de marzo de 2012

Escribirle a mi madre

¡Tus manos!

Mujer,

Déjame ver tus manos:
Son suaves como en abril, el aire.

Ellas adobaron la tierra que camino.
Sus hojas muchas veces mi campo, acariciaron.
Y en la desgracia, fueron un milagro, tus manos.

¡Ábrelas para que arda la plenitud del día!
¡Levántalas para que sienta rabia la bandera!
Porque ellas son una sola patria,
Son un país liberado.

Pero, ¡Mira cómo las quema el sol!
¡Cómo las tizna el horno!
¡Cómo las tuerce el patio!

Heridas por los años, he visto tus manos.
Y armadas de valor,
Ante las fieras que amenazan su rebaño.

También han sido alegres:
Se han desvestido tus manos,
Para fecundar la tierra,
Cuando el amor ha llegado.

Mujer,
Cuando el polvo las arrastre,
Y la quebrada se lleve entre sus curvas tus manos,
Dile a Dios que no olvide
Arrastrar las mías también,
Porque son hijas de tus manos.

Bogotá, marzo 7 de 2012