La poesía me ha permitido vivir con dignidad

jueves, 19 de marzo de 2009

Escribir amor y actualidad

UNA COLUMNA TITULADA JENNIFFER
A veces me vuelo de una reunión o incumplo una cita. Detengo el reloj o saco una excusa. Me fatigan las mismas estaciones tanto como los mismos gobiernos. Desde mi guarida le tiro piedras a quienes adulan al Presidente y se preguntan, negando cualquier posibilidad de debate democrático “Si no es Uribe, quién”. No quiero discurrir en las ideas del diario vivir político. Es una sensación de pájaro o de una simple rama lo que me suelta. Tengo los mismos delirios de un barco anclado. O la estrechez incomprensible del elefante en un circo. Por eso me escondo en una flor silvestre y vuelvo a mis letras y vuelvo a mi sitio; es que me resulta imposible escapar del alma. Les comparto mi carta:

Pequeña mía,

Te escribo esta carta desde cualquier lugar del mundo, o tal vez no estoy en ninguna parte. Solo existo en la ciudad que he ido construyendo en tu piel. Te escribo entonces en una estación de trenes, que humean en tus mejillas cuando te beso. Escribo sentado donde más tarde pasará una carroza con manzanas para marcar serpientes en tu cuello.

Estudio las palabras que quiero decirte como si fuera un discurso para aniquilar gobiernos. Pero resuelvo decirte lo que más hondo llevo. Y ese momento tiro una red de tinta al hoyo donde viven mis palabras, todas andrajosas, lánguidas y pálidas; o lanzo una piedra al cielo para bajar uvas, nubes o ciruelas. Milimétricamente leo el verso que tendrás que leer pero vuelvo a la silueta que se forma en tu cuerpo y decido decirte simplemente: aprendí a caminar sobre la avena. Pienso también en tus palabras crispándose, erizándose cuando me arrinconan tus celos de pantera, y escribo: te enrollas en tu orgullo de reina y me tiras al suelo. Eres una mañana de enero: nueva, Serena y toda llena de ansiedades. Para celebrarte, recojo tus pestañas caídas en la furia del beso y del crimen que cometo cuando te tengo. Así, en sucesión escribo: Quiero tocar tu cuerpo y dejarlo intacto. Quitarte las velas y que decida el mar nuestro destino.

Mañana tendré las maletas amordazándome. Llevándome lejos del teatro blanco de tu risa, y antes del secuestro quiero decir dos palabras. Sólo dos, pero resulto embriagando tus ojos, dos manzanas que pinta el crepúsculo, con miles de estas enmarañadas alegrías. Tú me causas nacimientos y muertes simultáneas, pero por encima de tu pelo también corre la tinta. No puedo dejar mi pluma arruinarse ante el gorjeo imperfecto de tu voz anaranjada. Háblame, pequeña que el aire salido de tu boca es viento de costa, y eleva suspiros que viajan por el mar y se devuelven en sus olas.

Como has hecho desde que entré por esa puerta rigorosa, espérame. Hazlo como Penélope a Ulises. Guarda los pinceles. No escribas delante de la gente. Ellos pueden aniquilarme y ensombrecerme. Confío en tí tanto, que una palabra tuya me basta para creer que soy el rey de todas las colonias. Que no hubo ni habrá jamás labriegos capaces de hacer surcos en tu cuerpo amazónico. Que no madrugarán jamás a verte ni se trasnocharán leyéndote los ojos proyectados en estrellas. Que soy único como el suspiro único de tu pecho único. Que no hay dos ni tres que se parezcan. Que prefieres mis poemas así sean endebles, que a muchos tratados sobre la razón y la lógica. Que me querrás el tiempo que dure nuestra guerra y que ya van creciendo duraznos en tu tierra. Que has heredado mi sonrisa doblada y enredándose en mi cara, y que amas hasta el chiste más tonto del mundo. Muchachita, pareces una selva y como sus raíces no puedo descifrarte. Me basta con saber que me quieres imperfecto como yo te quiero hecha de varios minerales.

Volveré un día como te lo he prometido. Te henchiré de alegrías y desmayarás en mis hombros tal como hace la hoja del sauce en su otoño. Y cuando seas vieja, y te crucen la frente sendos trozos de leña, quisiera, mi pequeña, mi linda centinela, que rías transparente y suenen en tu voz diminutas quebradas. Yo amaré tus huesos, porque los he soñado.

…Y cuando regrese, iremos a ver estrellas cayéndose en tus ojos.

OLVIDABA DECIR
¿Cuándo volverá a Ibagué la obra de teatro: “Monólogos de Andrés Felipe Arias”?