La poesía me ha permitido vivir con dignidad

lunes, 23 de noviembre de 2009

Escribir opinión

La eterna juventud de Uribe
Esta semana, cuando descubrí una nueva arruga en mi frente advertí sin ser biólogo sino paranoico, que me estoy volviendo viejo. Me enfadé y encogí la frente. Caí en depresión pero recordé que los biólogos Carol Greider, Jack Szostak y Elizabeth Blackburn obtuvieron el premio Nobel en Medicina por haber descubierto nada más y nada menos que la clave de la eterna juventud. Gracias a ellos, tendremos presidente otros siglos más y seguramente, me podré aliviar de estas líneas de expresión. Pero qué importancia hablar de mi juventud eterna. Le daría más problemas a mi madre –y con mis lloriqueos semanales tiene suficiente-. Entonces pensé en alguien que anhelara la vida eterna: ¡eureka! Uribe puede. Él todo lo puede. Pero no. Hay que se serios. Pensé otra vez y evoqué a los griegos. Ellos sí han deseado la eterna juventud. Fui a los libros y encontré el mito de Selene y Endimión:

Ahí estaba el buen Endimión descansando en su aposento de Nari, cuando de repente, sintió cómo de su cabello –muy parecido a la crin de las bestias- se descolgaba una cana. Temió volverse viejo tan pronto y dejar al país en una eterna agonía. El Dios Ignominius no se lo perdonaría. Así que se levantó del lecho y corrió a la ventana. Miró fijamente a Selene que estaba detrás del cristal cuidando su sueño. Pensó que tal vez si Andrés Uriel era eterno en el puestecito de ministro -tan eterno como los trancones entre Melgar y Bogotá- él podría serlo para la patria. Contemplaba la posibilidad de ser eterno para poder gobernar a Colombia, pues 8 años son muy pocos. Este ejercicio –como una masturbación mental- lo conducía a la cama de nuevo. Hizo muchas tretas para lograrlo. Se fue para su finca y provocó una hecatombe. Bebió la sangre de las reces sacrificadas; probó con el Santo Grial, buscó como loco la piedra filosofal y nada.

Un día Selene decidió entrar a la morada del buen Uribión, y se recostó a su lado sin despertarlo. Lo veía tan indefenso, con las manitos entretejidas como si no matara una mosca. Pero ignoraba la fascinación que Uribión sentía por ella. Así transcurrieron muchos días, y meses y años, hasta que Uribión despertó a media noche y descubrió que Selene estaba a su lado. Desde entonces quiso estar con ella siempre. Pero volvió a la cana en la sábana y lloró. Le pidió que le concediera la eterna juventud; de modo que ella corrió al Congreso de Zeus, y en su talega empacó algunos regalitos para los dioses del panteón (del griego: coalición) entre ellos, medallitas de oro con vírgenes y cristos grabados y cheques no reembolsables de AIS. A su regreso, tenía lo que Uribión había pedido. Los dioses de la coalición le permitieron ser joven por siempre solo durante el sueño. En la vigilia envejecería. Uribión reprochó porque no estaba siendo justo. Eso ya lo había hecho con Holguín pero de vez en cuando despertaba y envejecía un poco. De inmediato la emprendió contra las Cortes y le pidió a Selene que convenciera al pueblo. Corrió a RCN y pidió una ayudita que no negaron en darle. Lanzaron novelas, mensajes, inventaron cifras, etc. Hasta que el pueblo –que entonces estaba obnubilado- le dio la manito a Selene. Desde entonces Uribe no despertó más de su tirano sueño.

Olvidaba decir
Hay una cosa buena en todo eso. Para el 2090 yo no estaré vivo. Los nietos de los Galán serán senadores, y en todos los cementerios del país habrá una lápida marcada con la frase: “aquí yace Colombia”…brille para ella la luz perpetua